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domingo, 27 de marzo de 2011

Corea del Sur: A Millionaire's First Love (2006)

Regreso con un melodrama, que ya sabéis que no es mi género favorito, pero de vez en cuando hay que callarse la boca, sobre todo si vienen de Corea del Sur, donde es más que sabido que son los reyes de hurgar en la herida. En esta ocasión se trata de A Millionaire's First Love (백만장자의 첫사랑) ,"El Primer Amor de un Millonario" una cinta dirigida por KimTae-gyun y protagonizada por el popular y nada despreciable Hyun Bin y por la preciosa Lee Yeon-hee.
La historia nos conduce esta vez hacia la vida de Kang Jae-Kyung (Hyun Bin), un joven arrogante (por expresarme de forma sutil) que está a punto de cumplir los 18 años y aguarda ansiosamente para recibir la herencia que le dejó su abuelo. Una vez que esté en su posesión pasará a ser considerado oficialmente como un millonario; y como nunca es tarde para ponerse a practicar la buena vida, Jae-kyung ya se va de juerga con sus amigos y amigas y se gasta todo el dinero que se le antoja, viviendo además en un hotel. Una noche, una chica (Lee Yeon-hee) se presenta ante él en el hotel para verle, pero él le dice que se largue, después de darle dinero. A la mañana siguiente se despierta con la noticia de que no puede acceder a la herencia de su difunto abuelo si no cumple con una requisito: terminar de graduarse en un instituto que está en el campo, perdido de la mano de Dios. Jae-kyung piensa que es una broma, y deja claro que no piensa irse al campo para hacer lo que exije la cláusula. Airado, se pone a despedir a todo aquel que le lleve la contraria, hasta que se da cuenta de que todo está escrito, y él no puede hacer lo que le dé la gana. Cuando quiere comprar y ve que le han bloqueado las tarjetas de crédito, no tiene más remedio que pasar por el aro y presentarse en el pueblecito (por cierto que cuando baja a la recepción del hotel, la chica de la noche anterior está esperándole para devolverse su dinero y le deja bastante humillado delante de todo el mundo).
Y con esto se larga al pueblo. Nada más llegar quiere comprar tabaco y otras cosas, así que se dirige a la gasolinera local. ¿Y quién es la encargada del establecimiento? Ni más ni menos que la chica que se presentó en el hotel para verle. Jae-kyung comienza a irritarse por encontrársela en todas partes, pero ella se venga dejándole una vez más clara su superioridad ante él: prohibida la venta de tabaco a los menores de 18.
Después de comprobar lo destartalada que será su provisional casa, Jae-kyung hace de tripas corazón y se presenta en el instituto, donde hay poca audiencia y claro, su llegada causa sensación. A su lado, todos parecen paletos, aunque en lo concerniente al tema de las chicas no hay mucha diferencia con respecto a la ciudad: todas se le pegan como lapas para intentar ligárselo, y él pasa sistemáticamente de todas, ya que no vé la hora de largarse a la ciudad. Sólo Eun-hwan (la chica que le persigue a todas partes, y que además está en su clase) parece hacerse la indiferente ante él.
Después de pasar de las clases e intentar sobornar al director para que le firme un papel donde conste que se ha graduado (y fallar en su empresa), Jae-kyung no tiene más remedio que someterse a lo que le parece una ridícula obra de teatro de fin de curso. No quedan papeles porque ha llegado el último, así que le tocará hacer de sirvienta: estupendo. Pero su vía de escape es largarse con sus amigos de la ciudad, que han venido a buscarle en un cochazo, y se van de "bares" con él. A medio camino se les estropea el coche y tienen que contar una vez más con la inestimable ayuda de Eun-hwan, la encargada a tiempo parcial de la gasolinera. Los amigos de Jae-kyung la miran como si fuese una palurda, pero ella no se deja intimidar ni por sus miradas ni por sus palabras. Cuando una de las amigas de Jae-kyung le dice que limpie el cenicero del coche "porque es su obligación", Jae-kyung la reprende y le dice que lo haga ella misma: por primera vez parece mirar a la joven con algo de respeto.
Y mientras el protagonista lucha por acostumbrarse a su nueva vida en el campo, Eun-hwan sabe cómo bajarle los humos dejándole abandonado en mitad del campo en la oscuridad, y haciéndole pasar miedo. También cuando todos colaboran recolectando verduras, Jae-kyung se harta enseguida, y se enfada aún más al ver el poco dinero que le dan de paga (recordemos que ahora no tiene un duro). Cansada, Eun-hwan le grita en público que ya está bien de sus aires de grandeza por ser de la ciudad, y que tiene derecho al mismo sueldo que todo el mundo. Sus compañeros le aplauden mientras él queda claramente derrotado.
Poco después de ese episodio, Eun-hwan se desmaya y es llevada al hospital. A su regreso a clase, Jae-kyung se siente culpable y le regala unos confortables calcetines que compró en el mercado local cuando fue con el resto de la clase. Aún es primavera, pero Eun-hwa conoce la terrible verdad: no le queda mucho tiempo de vida, y sólo espera vivir lo suficiente como para poder ver la primera nevada del invierno, y de paso poder estrenar el regalo de Jae-kyung.
Poco a poco, los dos jóvenes se van haciendo amigos, pero los recurrentes mareos e idas al hospital de la chica terminan haciéndole ver a Jae-kyung la verdad: la chica padece una patología cardíaca y tiene que estar permanentemente relajada, porque ningún sentimiento fuerte - ya sea bueno o malo - es aconsejable para ella. Cuando se entera, Jae-kyung se queda destrozado, pero finge ante Eun-hwa que piensa que ella tiene anemia.
La joven se presenta un día ante una mujer que tiene un puesto en la calle. Al igual que hizo con Jae-kyung, no le dice mucho, pero la mujer se siente incómoda con su presencia. No es la primera vez que va a verla, y piensa que es una ex-novia de su hijo, que va a pedirle dinero para un aborto. La chica rompe a llorar ante las duras palabras de la mujer, y le dice que no entiende por qué no la reconoce, con lo mucho que se parecen. En realidad es la madre de Eun-hwa, que la abandonó cuando era un bebé. Eun-hwa siempre la ha odiado por ello, pero ya no quiere hacerlo más -le dice- porque quiere ir al cielo. La mujer rompe a llorar, conmocionada por la noticia.
Más tarde, una vez que Jae-kyung le ha confesado de manera más o menos directa sus sentimientos hacia ella y la joven está muy feliz, habla con su padre, a quien le confiesa que se siente terríblemente culpable, ya que su destimo está escrito, y con su muerte le hará mucho daño a Jae-kyung. Mientras tanto, el joven se entera de que uno de los deseos de su novia es comprar la casa donde vive, que en otros tiempos fue un antiguo orfanato. De alguna forma, el joven se ha dado cuenta de que su infancia y la de Eun-hwa están relacionadas, ya que ambos son huérfanos o desconocen a uno de sus padres. Cuando se acuerda de que de pequeños veranearon juntos en aquel pueblo, y comprendiendo la ilusión que tiene la chica por que no destruyan la casa, Jae-kyung se pone en contacto con su abogado para comprarla. El abogado le dice que sólo tiene derecho en esos momentos (sin haber cumplido aún el trato de graduarse, para lo cual quedan aún 5 meses) a un 10% de la herencia, que viene a ser un poco menos del coste total de la casa. Además, si pide ese dinero, tendrá que renunciar a la herencia. Jae-kyung no se lo piensa y acepta.
Así, compra la casa. Su intención inmediata es vivir en ella con la joven. Al principio Jae-kyung se retracta de sus sentimientos y le dice que no va a vivir con ella - en realidad lo que quiere es ser capaz de abandonarla para que ella no sufra más, pero es una tarea inútil -. Cuando se arrepiente de lo que ha hecho, ambos pasan un verano muy feliz, hasta que llega el otoño y el cumpleaños de Eun-hwa. Jae-kyung prepara una comida casera y le regala un frasco de píldoras que son de la capital "y curan cualquier problema, en tanto que tomes una por día, porque si no producen sobredosis". Eun-hwa va hasta su cuarto y abre las píldoras: dentro de cada una de ellas hay un papelito con un mensaje de Jae-kyung: son los recuerdos que tiene de ella desde que la conoce, y cómo ya estaba enamorado antes de admitírselo a sí mismo. La joven llora, y cuando Jae-kyung la encuentra así en la cama y la reprende por haber abierto tantas cápsulas, ella le dice que "tenía miedo de no sobrevivir lo suficiente como para poder leerlas todas."
Llega el invierno, y con él la presentación de la obra de teatro sobre la que la clase tan duramente ha trabajado. Todos cantan y bailan, hasta que Eun-hwa nota que se asfixia y tiene que abandonar el escenario. Luego parece recuperarse, y se prepara para el acto final, donde tiene que representar su boda con el personaje de Jae-kyung (dando lugar a una escena muy emotiva). Al final de la obra todos se felicitan y salen al patio: está nevando.
Jae-kyung y Eun-hwa se sientan en un banco, porque la chica está muy cansada y necesita relajarse un poco. Le dice a Jae-kyung que va a dormir durante tres minutos, que la perdone...

Llega la graduación. En ella está todo el instituto; sólo la silla donde debería estar Eun-hwa permanece vacía: en su lugar hay un ramo de flores blancas. La sala se vacía después de la ceremonia, sólo Jae-kyung se queda sentado mirando al frente. En un momento dado, se gira hacia la silla y, como hablándole a Eun-hwa, le dice que ya han pasado los 3 minutos y que debe despertarse.
Cuando el joven sale del recinto, se encuentra con su abogado, quien le informa de que ya es legalmente poseedor de la herencia de su abuelo. Creyendo que se trata de una broma, el joven pide explicaciones. El abogado le aclara que en la claúsula de su abuelo ponía que "estaría preparado para recibir el dinero cuando encontrase un motivo que le hiciese renunciar a él". Después de esbozar una sonrísa irónica, Jae-kyung se marcha. Demasiado tarde. Lo único que siempre pensó que podía resolver el problema no ha conseguido salvarle la vida a la chica de la que se enamoró.

Tal vez me haya pasado con los espoilers, pero para hacer las reflexiones posteriores no tenía más remedio que contarlo todo (de todas formas te enteras del problema de Eun-hwa a los 42 minutos de película, con lo que te dá tiempo a sufrir durante la hora restante).
Me parece que el mensaje es muy claro: el dinero no puede resolverlo todo, y el amor puede transformar hasta al más pintado. Quién le iba a decir al protagonista que iba a terminar renunciando a su herencia con tal de cumplir el único sueño que el dinero podía realizar, dentro de la lista de sueños que tenía Eun-hwa: conocer a su madre (afortunadamente pudo), enamorarse y vivir hasta la primera nevada (también), comprar la casa donde se crió (también). Pero finalmente, la enfermedad pudo con ella.
Y en fin, que la película es una mezcla agridulce entre la felicidad de la pareja que al principio se odiaba y luego se adora, -y que ademas ha descubierto que se conocía desde hacía muchos años- y la amargura que produce comprobar con qué resignación y pasividad aparente lleva la joven la noticia de que tiene los días contados. Hasta que, por supuesto, comienza a sentirse mal por la persona a la que ama.
A mí lo que me llama la atención es que nunca sabremos si el abuelo de Jae-kyung tenía algún plan específico en mente con esa condición de que su nieto fuera hasta aquel pueblo para graduarse. Maravillosa casualidad...
La nieve en Corea del Sur: es una tradición observar la primera nevada del invierno con tu pareja (ignoro si es una tradición presente también en Japón, aunque tiene toda la pinta).
La película es también un recordatorio al materialismo, a las personalidades banales y los falsos amigos que están contigo cuando "eres guay y tienes pasta", pero que no te comprenden y se dan la vuelta en cuanto te cambia el destino. ¿He mencionado alguna vez que me encanta el cine coreano? xD

* Idea principal: el materialismo. Lo que el dinero no puede comprar. El verdadero amor. Lo inexorable.

¿Sabes por qué la gente cuando se besa cierra los ojos...?





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