
La historia transcurre en Hyogo en medio del caos, de la gente que viene y que va, apresurada y asustada. Los aviones pasan y lanzan sus bombas, y los pequeños y apacibles suburbios arden. La gente es obligada a esconderse en los refugios y a abandonar sus posesiones. Como tantos otro, el joven Seita y su hermana pequeña Setsuko tienen que huír. Su madre se ha adelantado y ya los espera en el hospital local. Seita se ha quedado para tomar la fotografía de su padre, un hombre de mar que se fue a la guerra en su barco y desde entonces no han vuelto a saber de él.
Pero cuando llegan al refugio, Seita es informado de que su madre se encuentra malherida. Con horror va a visitarla a la enfermería y la ve envuelta en vendas, inconsciente. Sabedor de que está a las puertas de la muerte, Seita tiene que hacerse el fuerte y le cuenta a su hermana que mamá se pondrá bien, pero que ahora mismo tienen que dejarla descansar.
Finalmente, ambos hermanos se van a vivir temporalmente a casa de una tía. La pobre Setsuko no sabe lo de su madre - su hermano continúa sin decírselo - y llora por las noches pidiendo por ella. Al principio las cosas van bien, Seita encuentra comida en las despensas de las casas calcinadas (encuentra una lata de caramelos redondos y de colores que en Japón se conocen como "gotas de sakuma" y se los da a su hermana). Es algo muy divertido, porque cada vez que Setsuko está triste, su hermano le da un caramelo. Cuando por fin se agotan, rellena la lata con agua y le da el jugo, como si fuera zumo.

Al comienzo todo es diversión, por la noche cazan luciérnagas que iluminan el lugar donde duermen. Setsuko las caza y luego se entristece porque se mueren pronto, así que las entierra en un pequeño montículo sobre la hierba. Poco a poco, las cosas van empeorando cuando se quedan sin comida. Su padre no da noticias y el joven apenas cuenta con dinero para comer, por lo que se ve obligado a robar y un día le pegan una paliza y termina en comisaría.
La antes vital y juguetona Seitsuko tiene erupciones en la piel y cada vez está más menguada y cansada. Desesperado, Seita la lleva al médico y éste le dice que la única forma de salvar a la pequeña es comiendo comida nutritiva.
Cuando Seita va hasta el banco para retirar los ahorros de su madre, se entera de que la guerra ha terminado (Japón ha caído derrotada y ha sido obligada a capitular) y todas las flotas japonesas se han ido a pique. En otras palabras: su padre está muerto. Ya no tienen a nadie con quien contar.
Cuando Seita regresa al refugio ya es demasiado tarde. Su moribunda hermana apenas acepta la comida que éste le da. Por la mañana está muerta.
Seita compra una caja de paja para enterrar a su hermana lo más dignamente que puede. En ella mete también su muñeca preferida y otras cosas. Pero se queda con la lata de caramelos vacía, porque le recuerda a ella. En medio de recuerdos de la niña corriendo y jugando por el campo rodeada de luciérnagas termina la historia.

La película es también una forma de ver de pasada las etapas finales de la Segunda Guerra Mundial, y de intuir lo que sería la etapa posterior, la posguerra con todas sus miserias. Los tonos ocres y anaranjados que nosa acompañan en todo momento a través de la historia bien pueden ser otra metáfora del color de las luciérnagas y del fuego que todo lo envuelve con el horror de la muerte.
No he leído la obra original de Akiyuki Nosaka, aunque sin duda me gustaría hacerlo. Intuyo que debe tratarse de un desgarrador relato en primera persona sobre los recuerdos de su infancia, al igual que La Cuchara en la Tierra, una novela del coreano Hyun Kyoung que precisamente trataba el lado opuesto: la desolación cometida en su Corea natal por parte de las tropas japonesas. Al final es más de lo mismo: da igual quién sea el malo, los resultados son iguales y siempre le toca sufrir a los inocentes.
Después de los retazos de inocencia aportados por Setsuko, al final no queda esperanza para el protagonista - a quien vemos en un flashback inicial tirado en la calle con la lata de caramelos de su hermana -, y eso es algo muy duro. Yo recomiendo verla, pero advirtiendo de que no es precisamente una película fácil de ver. Sin duda, no dejará a nadie indiferente.
* Idea principal: el horror de una guerra. Los inocentes. La breveda de la vida.
ver también: review de Anchiano.


Me ha parecido oportuno incluir también el póster de la versión de la película con actores. Por cierto que la niña que encarna a Setsuko es encantadora.

Esta pelicula ya la vi hace tiempo y me encanto. Muy buena recomendación
ResponderEliminarMuy triste y preciosa, ¿verdad?
ResponderEliminarMe marco el alma, una trisre realidad, la he visto en varias versiones.
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