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domingo, 27 de febrero de 2011

Japón: Wakaranai (Where are you?) (2009)

Wakaranai (ワカラナイ) es un drama japonés dirigido por un casi desconocido Kobayashi Masahiro, siendo éste su cuarto largometraje.
Después de un prólogo musical sin imagen que dura 5 minutos, conocemos al protagonista, un desdichado chaval de 17 años, Kawai (Yubo Kobayashi). Su madre está gravamente enferma en el hospital y él se ha criado sin padre, por lo que tiene que subsistir por cuenta propia. Compagina como puede sus estudios con un trabajo como cajero a tiempo parcial, pero lo echan al descubrir que roba comida. Tras un poco generoso finiquito, Kawai se marcha sospechando que ha sido su compañero de trabajo quien lo ha delatado.
Pero éste no es más que el comienzo de sus penurias. A través de todo el silencioso film-documental acompañamos al protagonista por las calles por las que deambula, en su errante ir y venir sin aparente propósito definido. Cuando se encuentra deprimido, Kawai va hasta la playa y se tumba en una barca azul celeste que al parecer le trae recuerdos. Allí saca la fotografía de él cuando era un bebé, junto a su madre, y se abraza a ella.
El joven sabe que tiene que buscar un trabajo o morirá de hambre, pero no tiene dinero para pagar los dos meses de retraso que debe en el hospital por los gastos médicos de su madre. Tal y como ella le dice, les han denegado las ayudas que ha pedido por ser madre soltera, y su padre no les pasa ni un céntimo. En el cristal de una tienda ve un anuncio pidiendo ayuda, pero cuando entra a la tienda se da cuenta de que la dueña es la madre de una compañera de colegio. Como Kawai no quiere que sepan lo que está atravesando, se escapa.
Más tarde le llega un telegrama que le informa de que su madre ha muerto. No tardan en llegar varias personas diciéndole que tiene que pagar los gastos médicos de forma inminente, y que tiene también que hacerse cargo de los gastos del funeral. Kawai le entrega a uno de los hombres el poco dinero que tiene.
En un primer momento le pide ayuda económica a su compañero de trabajo, pero éste no tiene todo el dinero que Kawai necesita para cubrir las facturas. Al fin quedan de noche, pero cuando el chico ve que las intenciones de su compañero van dirigidas a robar el cadáver de su madre, se niega a ayudarle. Entonces, el protagonista carga solo con el cuerpo de su madre y lo conduce hasta la barca donde él suele tumbarse a pensar en su infancia. Allí la deja con un ramo de flores. Después se desnuda y se abraza a ella, a modo de despedida. Más tarde empuja la barca hasta el mar, donde se hunde.
Kawai recoge su libro callejero y el poco dinero que tiene. Después, deja una nota en la entrada de la casa disculpándose por no pagar los gastos médicos. Decidido a encontrar a su padre, llega hasta la casa donde vive (muy lejos de la suya). Espera pacientemente a la puerta de la vivienda y se cruza varias veces con una mujer que le mira con recelo. Esa tarde, la chica llama por teléfono a su marido y le pide que vuelva antes a casa, porque hay un extraño deambulando por la zona. Cuando el padre de Kawai aparece y le pregunta quién es, éste le arroja la foto de él y de su madre a la cara y se marcha.
Más tarde, Kawai es interceptado en la calle por dos desconocidos y va a parar a una sala de interrogatorios donde averiguan que es huérfano. Le dicen que será enviado a un reformatorio juvenil para que algún día pueda cumplir su sueño de ser futbolista. A la pregunta de por qué robó el cuerpo de su madre sabiendo que es un delito, él dice que también lo es el no pagar las facturas médicas, y que todo lo que hiciera sería un delito porque no tenía dinero.
Kawai consigue escaparse y va de nuevo a ver a su padre. Incapaz de soportar más la tensión a la que se ha visto expuesto desde hace tanto tiempo, se arroja en sus brazos y llora.
Sin embargo, en la última escena lo vemos caminando por una larga autopista, hasta que se pierde en la distancia.

De igual forma que termina (con un plano exageradamente largo) Wakaranai nos evoca a otra película también sin final resolutivo, la ya comentada Daremo Shiranai (nadie sabe) y que trata el mismo tema: el abandono infantil. Rodada en forma de documental (de hecho, el director pensó en un primer momento hacer un documental) casi siempre se nos presenta al protagonista de espaldas, como si nosotros estuviéramos justo detrás de él y le acompañaramos, impotentes, al viaje de su vida. Al igual que en algunas novelas de Haruki Murakami, nada se nos anticipa, y nos comemos las uñas tratando de elucubrar qué es lo que hará a continuación el protagonista. Al aparecer casi siempre solo, no hay diálogo, por tanto no tenemos pistas de sus intenciones, aparte de detalles como llevarse el dinero y su libro favorito - indicadores de que no pensaba volver a casa -. La impotencia que se siente viendo la película es muy grande, porque se trata de un drama personal oculto, del que nada saben las personas mayores que le exigen dinero y obligaciones a un chaval que tiene que ejercer de adulto sin serlo todavía. Muy hermosa es la escena en la que entierra a su madre en el mar y antes de hacerlo se abraza a ella estando desnudo, metáfora de sus orígenes y de una infancia perdida que ya no puede regresar. Nada sabemos acerca de la barca celeste donde Kawai va cada vez que se encuentra mal, pero sin duda le trae algún recuerdo feliz de su infancia. De tiempos mejores junto a su familia.
De igual forma resulta sorprendente cómo al final se arroja en brazos de un padre que nunca se ha hecho cargo de él, y esto tan sólo nos da una idea de lo mal que tiene que sentirse para confiarse a un desconocido.
Resulta doloroso ver la foma en la que el protagonista engulle la comida - yo diría que hasta imposible, sin ahogarse -. En este su primer papel en pantalla, el joven Yubo Kobayasi (que no es el hijo del director, aunque muchos se han cansado de repetirlo solamente porque comparten apellido) retrata de forma magistral su papel. Su forma errática de caminar, su eterna pose cabizbaja o la furia en su mirada dicen mucho más que todas las palabras que habría podido soltar para explicar su situación.
Masahiro Kobayashi dijo que rodó esta película "por motivos personales", y que pretendía explicar sin aleccionar a nadie la realidad que hay detrás de su país, en apariencia tan perfecto, moderno y desahogado. Kobayashi sostiene que Japón es muy dependiente económicamente de Estados Unidos desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y que el abandono familiar o la pobreza son problemas sociales frecuentes, pero que, como todos los problemas en su país, son algo molesto y nadie desea mirarlos.

La película se estrenó en Noviembre de 2009, y también lo hizo en algunos festivales europeos como el de Lucerna y el de Gijón, teniendo muy buena acogida. Impresiona su crudeza y su falta de metáfora, así como la ausencia casi total de diálogo y de música (tan sólo una pieza que suena al final y al comienzo de la historia). Los movimientos mareantes de los planos en algunas ocasiones también es otra forma de añadirle realismo a esta película con aires de documental. Al final de la película, el director expresa sus recuerdos hacia su propio padre y hacia Antoine Doinel, el alter ego de François Truffaut.

* Idea principal: la soledad, el desamparo, el abandono.

Es casi imposible encontrar información sobre esta película en Internet, así que os ahorro el esfuerzo remitiéndoos a las páginas claves:

El pozo de Sadako.
Watch Mixx Movies.
Contrapicado.net.
El Comercio Digital.

"Los adultos sólo saben hablar de dinero. Los sentimientos de la gente nos les interesan."



























ver película.

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